ADIDE-CLM conmemora el XXX aniversario del Día Internacional de los Derechos de la Infancia.
El 20 de noviembre conmemoramos el “Día Internacional de los Derechos
de la Infancia”. En esta ocasión a celebración es un poco más especial
porque se cumplen 30 años del texto final de la Convención sobre los
Derechos del Niño que fue ratificada por España en 1990 adquiriendo el
compromiso de cumplirla.
Un día, un solo día, es insuficiente
incluso para conocer y difundir los Derechos del Niño tal como han sido
universalmente asumidos y como los hemos desarrollado en las leyes
nacionales que hoy rigen nuestra convivencia. Sin embargo, la
celebración de este día, puede significar mucho para la sensibilización
de toda la ciudadanía sobre los derechos de la infancia, al impulsar la
identificación y corrección de situaciones cercanas a nosotros en las
que podrían estar comprometidos los derechos reconocidos de los niños y
los adolescentes. Este día puede ser “el día” en el que cada uno de
nosotros seamos conscientes de las acciones que podemos emprender para
que las vulneraciones de esos derechos en nuestro entorno más próximo
pasen a ser historia.
En nuestra Carta Magna, que celebrará en
pocos días su XLI aniversario, aparece solo una vez, en cada caso, las
palabras “niño” e “infancia”. “Infancia” lo hace en el referencia a que,
entre los límites de la libertad de expresión, está el no poner en
peligro la “protección de la juventud y de la infancia”. El artículo 39
es el que más contenido encierra al establecer que “los niños gozarán de
la protección prevista en los acuerdos internacionales que velan por
sus derechos”. Así es como, con la única vez que se cita de manera
explícita a los niños (y niñas), la Constitución Española incluye todo
lo contenido en los cincuenta y cuatro artículos que integran la
Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.
Además, sin
mencionarla directamente, muchos de los preceptos constitucionales son
también de aplicación a la infancia, que en términos de la Convención,
incluye a “todo ser humano menor de dieciocho años de edad”, o lo que es
lo mismo, a todos nuestros menores de edad.
Lean por ejemplo, para
tener su propia certeza, el artículo 15 de la Constitución sobre el
“derecho a la vida” y el artículo 6 de la Convención de los Derechos del
Niño; o el 16 de la primera sobre el respeto a la “libertad ideológica,
religiosa y de culto de los individuos y las comunidades” junto al 14
de la segunda, con el compromiso de los “Estados Partes de respetar el
derecho del niño a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión”. Sirva como tercer ejemplo el artículo 18 de nuestra
Constitución que establece, para todos y todas la garantía “del derecho
al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen” con
un contenido muy similar al que establece el artículo 16 de la
Convención. En el mismo sentido encontramos coincidencia “el niño tendrá
derecho a la libertad de expresión” redactado en el artículo 13 del
tratado internacional y, con carácter general para todos los españoles,
en el artículo 20 de la Carta Magna.
Y tal afirmación sería cierta,
con toda probabilidad, para el reconocido “derecho a la educación”. En
el artículo 27 de la Constitución Española ya se apunta a otras
cuestiones clave en el modelo educativo propuesto en la Convención de
los Derechos del Niño.
Por ejemplo, el objetivo de la educación
misma es “el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a
los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades
fundamentales”. Más amplio, pero de contenido casi idéntico es el texto
de la Convención Internacional, que al hablar del objetivo de la
educación (reconocida como derecho en el artículo 28), dedica todo el
artículo 29 a enumerar los fines que esta debe perseguir para toda la
infancia. Las coincidencias son notables empezando por el “desarrollo de
la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del
niño”. Los llamados “principios democráticos de convivencia” en nuestro
texto nacional corresponden a valores como la “vida responsable en una
sociedad libre, con espíritu de comprensión, paz tolerancia, igualdad de
los sexos y amistad entre todos …” que describe muy acertadamente el
texto internacional. Y donde, el texto español habla del respeto a “los
derechos y libertades fundamentales” como objetivo de la educación, el
texto internacional los define como “los derechos humanos y las
libertades fundamentales y los principios consagrados en la Carta de las
Naciones Unidas”.
Similar paralelismo existe en los conceptos de universalidad, obligatoriedad y gratuidad de la educación.
El listado es ampliable si analizamos cómo ambos documentos reconocen
los derechos a la protección de la salud, al acceso a la cultura, al
disfrute de un medio ambiente adecuado, a gozar de una vivienda digna, o
la protección especial a los más débiles. Podríamos afirmar que España
cumple la Convención de los Derechos del Niño a través de la
Constitución.
Pero el cumplimiento de los Derechos de la Infancia no
debe darse solo en las leyes y en otros documentos estratégicos. Es
tarea de toda la ciudadanía contribuir a que día tras día, en todos los
ámbitos y en todos los lugares, todos los niños y niñas tengan
garantizados sus derechos. Desgraciadamente, quienes trabajamos cerca de
la infancia, encontramos situaciones que nos muestran una realidad en
la que se conculcan los derechos de niños y niñas.
Por eso, aunque
el 20 de noviembre es solo un día, es un día imprescindible para
celebrar lo logrado en materia de derechos de niños y adolescentes. Y al
mismo tiempo es un día para empeñarnos que lo logrado sea aún mayor el
próximo año, en nuestra ciudad, en nuestra profesión, en nuestra región,
en nuestro país y en nuestro mundo. En nuestro entorno el avance ha
sido enorme en todos estos años, pero saber de menores para quienes los
Derechos de la Infancia no son del todo ciertos, nos pone en la
obligación humana, ciudadana, profesional y constitucional de seguir
trabajando para hacer del mundo en que vivimos un mundo de Derechos
cumplidos de la Infancia, sin vulneraciones y sin excepciones.